El granadero de infantería de marina Martín Álvarez






La misión de los granaderos de infantería de marina era despejar las cubiertas de los buques enemigos antes del abordaje de los fusileros. Durante la batalla del cabo San Vicente, el anónimo héroe de esta entrada formaba parte de la dotación del navío San Nicolás de Bari.
En un momento del combate recibió la orden de impedir que nadie arriase la bandera del San Nicolás, y allá que fue el hombre hasta la toldilla a cumplir con el mandato. Cuando los hombres de Nelson consiguieron tomar el navío por la fuerza, observaron que la bandera española seguía ondeando en la popa de la nave. Un oficial inglés se acercó para arriarla, con el fin de que sus compatriotas supieran que el barco se había rendido, ignorante de las órdenes que Martín había recibido y del empeño que pondría en cumplirlas. El custodio del pabellón atravesó con su sable al insolente oficial inglés con tal fuerza que lo dejó clavado en un mamparo. Otros ingleses, tan imprudentes como el primero, acudieron a reducir a Martín y a arriar su pabellón. Pero el granadero español no se acobardó, ni por su número ni por carecer de su sable, firmemente clavado en el mamparo: usó su fusil descargado como cachiporra matando a otro oficial e hiriendo a varios soldados. A continuación saltó hasta el alcázar blandiendo su improvisada porra en busca de más sangre con que saciar su furia, pero fue abatido por una descarga de fusilería.
Las cubiertas del navío apresado fueron despejadas de cadáveres por los captores, que los arrojaron lastrados con una bala de cañón al mar. Cuando le llegó el turno a Martín Álvarez, Nelson, que fue testigo del valor y arrojo del granadero español, ordenó que fuese envuelto en la bandera que con tanto ardor defendió. En el proceso se percataron de que Martín aún tenía aliento, lo trasladaron a la abarrotada enfermería donde los cirujanos lo atendieron.
Martín se repuso de sus heridas y fue puesto en libertad, posiblemente en un intercambio de prisioneros. En el consejo de guerra que se celebró en Cádiz para esclarecer el comportamiento de los oficiales y su posible responsabilidad en esta derrota, Martín fue citado como testigo. Cuando el fiscal le preguntó si se encontraba a bordo del San Nicolás el 14 de febrero de 1797 día en el que la nave se rindió a los ingleses el granadero aclaró al tribunal que el navío no se rindió en ningún momento. ¡Si lo sabría él, que a punto estuvo de perder la vida para que eso no ocurriese! La nave fue apresada cuando no quedó a bordo nadie en condiciones de defenderla.
Reconocimiento para este otro de nuestros héroes anónimo y a la caballerosidad de sus enemigos, cuyo mayor exponente fue el almirante Nelson.
«Nelson era ese tipo de enemigo al que no se combate con odio, sino con admiración y respeto».
Agradecimientos:
A Leopoldo, por darme a conocer la existencia de este anónimo héroe.
A Esther, sin cuya ayuda nada de esto sería posible.

Comentarios